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Hijos vulnerables y redes sociales

SER PADRES EN EL MUNDO VIRTUAL

Aportes de nuestro Centro Educativo Santo Domingo ante la problemática del juego de la “ballena azul” y otros riesgos que circulan en Internet.

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CRECER EN UN MUNDO COMPLEJO

El estado público que alcanzó el juego de la “ballena azul” en los distintos medios de comunicación puso en evidencia que este es un riesgo emergente de una problemática más amplia: la vulnerabilidad de nuestros niños y adolescentes que navegan en internet e interaccionan en las redes sociales. Una adolescencia que se desarrolla en un mundo cada vez más complejo implica conocer y aceptar como adultos esta nueva realidad que se impone y de la cual nosotros también formamos parte.

Adolescentes vulnerables… ¿por qué?

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  • · Por la creencia de que ya saben cuidarse solos, cuando todavía en muchos aspectos continúan siendo “como niños”. Por ello necesitan más que nunca en esta etapa de transición, la mirada del adulto que acompaña y contiene.
  • · Por el sentimiento de omnipotencia que de modo distorsionado les hace pensar que a ellos nunca nada les va a pasar (de allí el incurrir en comportamientos riesgosos pensando que no habrá consecuencias)
  • · Por la necesidad imperiosa de diferenciarse del adulto, lo que los hace transgredir y cuestionar los límites, haciéndolos asumir por eso comportamientos altamente riesgosos en muchas ocasiones. En esto de diferenciarse y construir su propia identidad, necesitan tomar distancia, cuestionar y rebelarse contra todo aquello instituido por el mundo adulto.
  • · Por la búsqueda permanente de la aprobación social y la necesidad de ser valorado por sus pares especialmente. Muchas veces la presión de los mismos y el desafío de ocupar un lugar dentro del grupo, los lleva a hacer cosas que aparecen como irracionales. Con tal de ser considerado, tomado como referente o líder (por lo que se animó a hacer, por ejemplo), llegan a esgrimir comportamientos que nos resultan muchas veces ilógicos y reñidos con la imagen que nosotros tenemos de ese hijo al que tanto amamos.
  • · Por la soledad en la que muchas veces manifiestan estar inmersos
  • · Por la sensación de vulnerabilidad y fragilidad que les despierta el haber dejado de ser niños, lo que provoca un duelo teñido de sentimientos encontrados (duelo por la pérdida de los padres de la infancia – en donde el vínculo con ellos era diferente- ; duelo por la pérdida del cuerpo y de la identidad infantil)

Frente a esto:

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¿Qué podemos hacer los adultos para prevenir la invitación que hacen las redes sociales para que nuestros hijos participen en este tipo de juegos?

  • En primer lugar “mirar” a nuestros hijos, pero no con la mirada de la urgencia, de la vorágine en que nos subsume el día a día. No mirarlos superficialmente, sino encontrarnos con ellos a través de esa mirada y reparar en lo que ella nos transmite.
  • Apelar permanentemente al diálogo. Pero no a un diálogo forzado, sino generar un ambiente cálido que signifique la posibilidad de que ellos pongan en palabras lo que les está sucediendo. Y no juzgarlos. Orientarlos. Construir momentos en donde la palabra circule y que esas instancias se generen diariamente, no sólo en los momentos de conflicto.
  • Poner límites sanos que los ayuden en esta compleja etapa. “El control no pasa por jaquear la contraseña de nuestros hijos en las redes sociales. El control parental pasa por un uso saludable de la PALABRA. Que nuestros chicos sepan que ante cualquier cuestión que los acongoje, que los preocupe, puedan recurrir a nosotros, que nosotros tenemos tiempo de mirarlos a los ojos, tiempo de escuchar con poros abiertos lo que nuestros hijos necesita” (Alejandro Schujman)
  • Fortalecer su autoestima. Orientar nuestras acciones a que la misma se torne sólida, ya que de este modo serán mayores sus defensas frente a las proposiciones de los demás.
  • Presentarles alternativas e incentivarlos a participar de diversas propuestas, incluyéndolos socialmente y brindándoles oportunidades, respetando sus gustos e intereses. Acompañarlos en la planificación de sus proyectos de vida.
  • Recordarles siempre que en esto de ir cruzando fronteras, a pesar de sus temores (y los nuestros) nunca estarán solos.
  • Acompañarlos, estar lo suficientemente cerca de ellos, escucharlos, mirarlos, contenerlos, abrazarlos, darles la certeza de que son amados… pero no asfixiarlos. Privilegiar el verdadero ENCUENTRO y la PALABRA desde la cotidianeidad de la vida diaria.
  • Establecer contacto con los padres de los compañeros y amigos de nuestros hijos, interactuar y vincularse con ellos, con la intención de generar redes que se transformen en verdaderas estructuras de contención social para nuestros hijos.
  • Mantener una comunicación fluida y permanente con la escuela para favorecer una verdadera acción educativa en conjunto, la que nos permitirá prevenir y/o intervenir en situaciones que los afecten.
  • Buscar ayuda y orientación si hay comportamientos que nos llamen la atención o nos generen angustia, recordando siempre que en esta tarea de ser padres vamos aprendiendo día a día, al compás del crecimiento y maduración de nuestros hijos.